Según datos del INE, en el tercer trimestre del año, en las casas españolas disponemos de 2.700 millones de euros menos respecto a lo que podíamos gastarnos un año antes. Nuestra renta disponible ha adelgazado un 1,6%, debido a la bajada de salarios y de la rentabilidad del ahorro.
Tiene gracia que a pesar de estas cifras, haya aumentado casi dos puntos el gasto en impuestos sobre la renta y el patrimonio. Ingresamos menos, pero el Estado se queda con más.
Se resiente el menú doméstico y ya se percibe su efecto sobre la salud. Los médicos están anotando síntomas que no aparecen en las estadísticas.
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